“No os dejaré huérfanos; volveré a vosotros.” (Juan 14:18)
Nosotros no escogemos a nuestra familia. Muchos niños crecen en casas donde el amor y el soporte no existen. Muchos pierden a seres queridos por causa de la muerte o de relaciones quebradas. Muchas personas se sienten como si fueran huérfanas.
Pero como hijos de Dios, tenemos el privilegio de pertenecer a una nueva clase de familia. Descubrimos que tenemos hermanas y hermanos, tías y tíos, padres y abuelos que comparten algo muy valioso para nosotros y es el amor de Dios.
Esta familia se introduce en el pasado para darnos las costumbres de la fe. Se proyecta hacia el futuro para darnos sueños de esperanza. Pero sobre todo está ahí para rodearnos con amor y darnos el apoyo necesario para continuar en los caminos del Señor.
Jesús comprende los desafíos que enfrentamos. Hace más de dos mil años, Él nos dio un mensaje de amor y paz; y nos hizo parte de Su familia, a pesar de que aun no habíamos nacido, ese mensaje esta dirigido para nosotros: “porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.” (Marcos 3:35).
Podemos escoger una nueva familia. También podemos abrir nuestras vidas para abrazar a otros y atraerlos hacia esta gran familia extendida por toda la tierra, familia de aquellos que buscan hacer la voluntad de Dios y que aman a Jesús y lo han declarado como el salvador de sus vidas. Aquí nadie es dejado fuera; nadie es abandonado.
(Tomado de Ministerio tu Diario Alimento)
Ama al Señor con todo tu ser y siempre
¡¡Que Dios te bendiga super archi hiper muchototote!!
